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sábado, 30 de mayo de 2009

MICRORELATO: MAMARRACHO

MAMARRACHO

Él, piel negra, ¡muy negra! Él, disfrazado de no sé qué, a pie de semáforo, ¡horas, muchas horas1, de pobreza y rigores, con la mano extendida de ventanilla en ventanilla.
Yo, en mi cafetería habitual, arrellanada en cómodo sillón, justo frente a él, piel blanca, buen desayuno y con mis Euros precisos en el bolsillo.
Él no me veía pero yo lo miraba. No, no –repetían gestos dentro de los coches.
En un instante de mi desconcierto, él y yo nos encontramos frente a frente:
-Dios se lo pagará, repetía de mesa en mesa.
-Si quiere –le sugerí-, puede tomarse un desayuno; lo invito.
De pie, como si temiera allanar terreno que no le perteneciera, se precipitó a mi generosa ofrenda.
Alguien, a medias palabras, exclamó: ¡Mamarracho!
Él, de piel negra, ¡muy negra!, disfrazado de no sé qué, a pie de semáforo parecía disculparse suplicante: ¡Dios se lo pagará! ¡Dios se lo pagará! Él, mamarracho, ¡maldita sea! en su nada existencial, tropezó con una piel negra, tropezó con la mala pata de un mundo perdido en el mapa de los hombres, tropezó con la vida.
Yo, en mi cafetería habitual, arrellanada en cómodo sillón, justo frente a él, piel blanca, buen desayuno y con mis Euros precisos en el bolsillo, sentí que él y yo éramos hijos de una misma creación, con tropiezos, sí, por distintos caminos y por primera vez en mi vida, me sentí auténtico mamarracho.

2 comentarios:

spilber dijo...

¡Por fin encuentro un auténtico microrelato! Super bonito y super bien escrito. Enhorabuena a la autora de la que conozco algunas obras

Anónimo dijo...

Rastreando elnombre de Isabel Aguera en Internet he tropezado con este blogs y con este microrelato suyo. Sinceramente,me parece espléndido: sencillo y profundo, con un mensaje extra.