Cuando Segismundo, en la soledad de su torre, concluye el monólogo sentenciando " los sueños, sueños son", establece en contrapunto barroco a la idealización poética renacentista.
Desde entonces, utilizamos su frase como despertador literario para las noches vividas con sueños truncados.
Pero en realidad, no debería ser una frase pesimista. El camino que recorre el príncipe polaco para salir a la luz de su libertad no es otro que el del sueño, la sombra y la ficción. El espìritu platónico de la obra, reviste el sueño de dramatismo para despertarlo en óptimo final.
Literatura aparte, en la línea de lo que comenta Fernando, el hombre avanza porque sueña.
Sueños grandes y robustos que se impulsan con fuerza y cambian los rumbos.
Sueños efímeros y frágiles, como pompas de jabón asociadas al arco iris de su transparencia.
Sueños comunes y propios. Fugaces y eternos. Con edad y sin tiempos.
Yo sueño dormida y construyo sueños despierta con palabras, con imágenes, con color.
Tras la lectura; tras una música; con otras gentes; conmigo misma; desde una playa; en hora incierta; oliendo a lluvia; entre el silencio. Para seguir.
Hoy he soñado bajo las caprichosas formas de las nubes y mi sueño me ha llevado hasta la calma del bien estar En ella estoy y desde ella os saludo, compañeros de la palabra.
¿Albergan sueños vuestras nubes?
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